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4 de septiembre de 2014

Güertanico.com. Murcia, 28 de agosto de 2014


No podía dejar que se acabaran mis vacaciones sin desayunar una mañana en Güertanico.com (sic), el bar donde a M le gusta tomar café en el rato de descanso que le deja su ajetreada consulta. Me había hablado con anterioridad de su agradable terraza y de las múltiples atenciones que le brinda el camarero habitual, que empezaron siendo las básicas y han ido aumentando e incluso refinándose a medida que avanzaba el verano.
Espero a M en la puerta de su centro de salud, que dispone de tres mástiles donde no ondea ninguna bandera. En cuanto aparece, nos dirigimos raudas a Güertanico.com, temerosas de no encontrar mesa libre en la terraza, pues en la barra, explica M, hace más calor. Según nos aproximamos vemos que sólo hay una a nuestra disposición y aceleramos el paso pretendiendo naturalidad pero diciéndonos bajito "¡vamos, vamos, que nos la quitan!". Una vez sentadas constatamos que, pese a ser agosto, la temperatura ambiente es adecuada y M, que no puede perder tiempo en conversaciones banales, se acerca a la barra para pedir lo de siempre, pero esta vez por duplicado, i. e., dos cafés con leche, dos medias tostadas con tomate y dos zumos de naranja. 
No es necesario solicitar sacarina por favor porque sobre la mesa ya hay un recipiente de plástico con servilletas y un bote de sacarina marca Alteza, cosa que me sorprende porque no se estila por Murcia, sino que abunda mucho más en la zona alicantina de la Vega Baja. De hecho, el único comentario que M me hace antes de entrar a pedir es que esa manera de ofrecer la sacarina es novedosa, como disculpándose porque no haya sobres individuales. Mientras está dentro de Güertanico.com, observo que la ortografía de tan singular nombre es la correcta en el cartel que pende sobre la puerta, pero que en el letrero que sobresale perpendicular a la fachada falta la diéresis. Del interior del bar, al fondo del cual hay desplegada una pantalla gigantesca sobre la que se proyecta Las Mañanas de Cuatro o algún otro programa similar, sale una voz desconocida que pregunta: "¿lo tuyo?" y, a continuación, oigo claramente a M decir: "Sí, pero doble, que hoy vengo acompañada." Tal noticia debió de sumir al camarero preguntador en un nerviosismo atroz, pues desde ese momento, exactamente cada 30 segundos, se asoma a la puerta para asegurarnos a gritos que "lo nuestro" estará listo en breve. Supongo que el camarero piensa que M, con su cabello impoluto, su bolso MK y sus sandalias metalizadas, es alguna celeb que, en un arranque de snobismo, ha optado por pasar el agosto en Murcia en lugar de tomar el sol en Formentera y ya ha ganado la confianza suficiente para recomendarle a M que use azúcar moreno en lugar de blanco o para tostarle siempre la parte de arriba del pan porque en una ocasión M dijo que la prefería. ¿Y quién no?
En primer lugar recibimos el café con leche, junto a la afirmación rotunda de que la tostada con tomate no tardaría. En efecto, tras un lapso razonable de tiempo, nos sirve sendas tostadas aderezadas con tomate rallado algo escaso y nuevas disculpas por la tardanza. Después, dos o tres viajes más a nuestra mesa para traer aceitera, dos saleros prácticamente vacíos y, por fin, dos zumos de naranja.
Zumo de naranja en copa de Estrella de Levante.
¡Muncho Murcia!
El café está normal, no destaca por su bondad, como tampoco la tostada, que, pese a estar servida en un plato bonito, no es de las mejores que esta desayunante ha probado. Además, debido a que nos entretenemos hablando de si hace buen tiempo en París o de si la cosecha de pimientos verdes es buena este año, se queda fría y pierde su crujosidad. Me gusta, no obstante, el zumo de naranja. Parece natural por su sabor, pero no tiene la pulpa que cabría esperar de un zumo recién exprimido. No me extrañaría nada que el camarero lo haya pasado por un colador, en un nuevo intento de conseguir la aprobación de M.
En cuanto terminamos de consumir nuestros desayunos, acude a recoger los platos y vasos vacíos y, aunque normalmente este gesto constituye una invitación sutil, pero al mismo tiempo grosera, a que abandones la mesa, esta vez detecto un  deseo real de que nos sintamos "más cómodas", tal como él nos explica. Por desgracia, no tenemos tiempo de disfrutar de la comodidad que se nos ofrece: M ha de volver al trabajo o el sistema sanitario regional empezará a tambalearse. La cuenta, redonda: 4€.
PUNTUACIÓN:
ENTORNO 5 SERVICIO 7 CALIDAD 5 PRECIO 2€