Las casas-torre típicas del Mani en Kardamyli. |
Una de las cosas que detesto de los pueblos llamados bonitos
son las tiendas de artesanía, esos espacios llenos de cosas inservibles a no
ser que preveas matar a tu vecino de un cenicerazo con la imagen de la virgen
del lugar. Kardamyli está lleno de ellas. Un pueblo muy bonito, pero demasiado
pijo, con terrazas con camareros estiraos, ingleses trajeados y cafés a precios
parisinos.
Nuestro objetivo del día es rodear la península del Mani y
llegar en la tarde a Githio. Una de las características común a todos los
pueblos de la región son las casas torre que llenan cada uno de ellos; al ser de piedra a veces se confunden
con el terreno, a lo lejos parecen centinelas vigilando el paisaje. Una
sucesión de acantilados y playas de guijarros es nuestro horizonte de hoy.
Como hemos madrugado, a las 08:30 ya estábamos en Stoupa,
pueblo no tan pintoresco como Kardamyli, pero igual de bonito. Llegamos con la preocupación de tener la
aguja de la gasolina posicionada sobre la raya del cero, pero la inquietud se
nos pasa cuando bajamos a la playa del pueblo. Recorremos el paseo en coche y
aparcamos al final de la playa donde mejor nos parece, siguiendo la costumbre de la
zona. Elegimos la taverna Akrogiali, está en el extremo sur, ligeramente elevada.
Nos instalamos en la parte de afuera bajo un toldo
atravesado por una morera. Sillas de enea, mesas con tablero marmóreo y patas
metálicas, manteles blancos de tela; todo muy mediterráneo. Al llegar sólo está
ocupada una mesa compuesta por el pope, un chico que resulta ser un camarero y
una abuela, en su mesa solamente hay una jarra de agua y una taza de café
griego. Mas tarde la abuela se va y llega un abuelo con su komboloi.
Una camarera simpática nos trae una interminable carta y apunta
nuestras peticiones con resignación en mi pobre inglés y el insuficiente griego
de Ana. Yo pido frappé me gala glikó y tortilla con queso, champiñones, tomate
y pimiento. Ana se inclina por un caffe latte y un croissant con mantequilla.
Para compartir pedimos yogur con miel y fruta fresca.
Poco tiempo después aparece la chica con los cafés en una
bandeja con muchos complementos: vaso con cubiertos, vaso con sobres de mostaza
y mayo, palillos, kit de aceitera y vinagrera, mini saleritos con canela y
cacao, y un recipiente con sal y pimienta. ¡¡¡Y la comida!!! Tortilla súper en plato con pan y mantequilla, croissant gigante caliente con miel, mantequilla y
mermelada, y copa de fruta preciosa digna de instagram.
Un Spiros se une a la mesa del pope y se sienta con la
intención de pasar toda la mañana. El Pope, que se ha quitado el sombrero, ya
que parece que tiene calor, se acerca a una camioneta con sacos de cemento para
decirle algo al conductor. Mientras tanto llega lo que parece ser una familia
holandesa y se sientan a nuestro lado. Se piden unos maxi-zumos de naranja para
todos, además los padres piden tortilla normal con café y los hijos, sin café, uno un croissant de choco
y nata y el otro una tostada de mantequilla.
La tortilla está maravillosa. El frappé bastante bueno,
aunque siempre peor que el que nos tomamos en la calle Makrigianni, a los pies
de la Acrópolis ,
hace unos días. Ana dice que su latte está regular y que el croissant pues como
todos los de Grecia. La mermelada parece casera.
ENTORNO 10 SERVICIO 8 CALIDAD 9 PRECIO 5€