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25 de octubre de 2013

Calasanz. Cobatillas, 20 de octubre de 2013.

Algunos domingos no tenemos ganas de ir a Murcia a desayunar y optamos por un desayuno de Barrio. Lo escribo en mayúsculas porque estos desayunos rurales suelen tener lugar en el Barrio de los Pavos. Hay otras cafeterías a las que llegar a pie desde casa (a Murcia también se puede llegar así, tal como demostramos en una ocasión al estilo de Aquiles, esto es, andando), pero Confitería-Cafetería Calasanz es la mejor. El evento, que se compone de paseo+desayuno, es agradable. La ruta nos lleva, tras atravesar un parque, por delante del Lidl hasta unos bancales que se mezclan con las primeras casas del Barrio. Una de ellas tiene unos rosales sumamente olorosos, entrada al pueblo que resulta algo edénica después de haber recorrido el espacio que media entre el Lidl y el jardín de rosas. Tiene este espacio un aire postnuclear. Hace unos años se plantaron ahí moreras y se construyeron aceras que hoy se ven resquebrajadas y pobladas por insectos. El tráfico en esta calle es tan intenso que los caracoles realizan tranquilamente sus particulares revisiones de On the road y se lanzan a la aventura dejando en la calzada esos hilitos de baba que brillan al sol. Aquí iba a tener su sede el Nuevo Campillo, pero todo quedó en Campillurus.
Pimenton, -onis
El Barrio no es muy grande, así que se tarda poco en localizar la confitería Calasanz. Por si hay alguna duda, sirva de señal la furgoneta de las especias Ben-Hur, aparcada siempre enfrente. Calasanz tiene unas inmensas cristaleras que permiten ver el tráfico mientras se desayuna. Por dentro es un local normalito: unas cuantas mesas con cómodas sillas y dos mostradores, uno con repostería dulce y salada, otro con pasteles y tartas, además de multitud de estantes repletos de esas mandangas que atraen a los niños, como piruletas de PepaPig o chupachups de Bob Esponja.
¿Quién vive en la piña debajo del mar?
En unas cestas de mimbre se exhiben distintos tipos de barras de pan, a cual más apetecible. Nosotros, desde que descubrimos el pan multicereal, no desayunamos otra cosa, de modo que el menú del pasado domingo fue café con leche, con sacarina por favor, y tostada multicereal con tomate. Recomiendo las napolitanas ya de choco, ya de crema, con una perfecta proporción entre masa y relleno. Los croissants de choco, en cambio, tienen chocoexceso. Los pasteles y tartas no están tan buenos. Cierto día mi padre calificó una tarta de queso de Calasanz como "pésima", aunque hay que tener en cuenta que es una persona a la que no le gusta el yogur ni el cine actual, por lo que no es enteramente de fiar.
El desayuno clásico está muy bueno, insisto, pero el servicio deja bastante que desear. Las camareras son seriotas y te miran con impaciencia si no tienes clara tu elección. Son el equivalente murciano del Sopero Nazi. El domingo no nos trajeron sacarina a pesar de que hicimos hincapié en nuestra exigencia dietética. Más de una vez hemos salido del lugar protestando y prometiendo no volver jamás, pero acabamos regresando por las tostadas.
La clientela es local y solemos formar estas combinaciones: madre-hija (una de las más frecuentes), novio-novia, marido-mujer, padre-madre-bebé y algún átomo suelto en la barra. El domingo pasado había también un combinado husband-wife, cuyo primer elemento hablaba muy alto y comentaba al segundo cosas que veía en el periódico o en MujerHoy. También había un niño que contó cuántos pasteles negros había y cuántos marrones, información que comunicó a su madre ante la total indiferencia de ésta.
Unos días nos cobran 3,60€, otros, 4€. Creo que lo segundo lo dicen no por avaricia, sino por pereza mental.
PUNTUACIÓN:
ENTORNO 5 SERVICIO 4 CALIDAD 9 PRECIO 1,80€

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