Como todos los años en estas fechas, hemos cumplido con la tradición sagrada en esta casa de salir a pasear de buena mañana por la ciudad. Caminar por Murcia un 15 de agosto es caminar por una ciudad semidesierta, poblada por ciudadanos extraños y por turistas despistados. Este año, con un poco más de ambiente, no sabemos si por cosas de esa palabra que le daba tirria a Zapatero, o porque la gente ha descubierto que es un coñazo estar todo el día con arena en los pies. Más de la mitad de los viandantes eran escandinavos que mapa en mano deambulaban haciendo fotos a cosas insospechadas. Supongo que esos nórdicos han venido buscando una tranquila y soleada zona del sur, huyendo de sus Sarah Lund y de sus paisajes desolados propicios para esas novelas negras con asesinatos tan terribles. No saben estos pollos que en esta tierra han pacido también personajes ilustres como el asesino de la katana, la parricida de Santomera, o Nanysex.
Ah, sí, lo del desayuno. Hoy hemos ido al Drexco, una cafetería de toda la vida, cuando digo toda la vida me refiero desde que el hombre inventó la rueda hasta ahora, situada en la calle Trapería. La cafetería es agradable, donde puedes pasar un rato tranquilo pensando en la inmortalidad de Camilo Sesto, sin que nadie te moleste y poblado de su fauna habitual: camareros que saben lo que hacen, sin resultar empachosos, abuelos con pensión por encima de la mínima y turistas sentados en la terraza enseñando sus calcetines a los paseantes.
Hemos pedido café con leche con sacarina, Ana con croissant plancha y yo con bizcocho casero, que han traído rápidamente, sin olvidar la sacarina. El café que hacen aquí me gusta bastante, el mismo café Salzillo que tienen en muchos otros sitios de Murcia, pero aquí, no sé si por la mano maestra o por la maquinaría disponible, mejora bastante. El bizcocho casero, de muy buena textura y sabor, aguantando bien un chapuzón en el café con leche, y el croissant de Ana, al parecer, también satisfactorio.
ENTORNO 8 SERVICIO 8 CALIDAD 8 PRECIO 2,80€
Ante todo, muy buena la foto de cabecera. A destacar el azucarero anti insectos y los huevos en sus alveolos que aparecen a la izquierda del barman. Centrándonos en Drexco y haciendo memoria histórica, este local dispuso hace unos años de una cafetera robotizada. Dotada de varias tolvas para distintos tipos de café, podía personalizar y memorizar éste. Aclaremos el tema con un ejemplo. Don José, ubicuo en el establecimiento, desea un café medianamente largo, con un 40% de blue mountain, un 20% de moka y un 20% de jamaica. El cerebro electrónico computa las proporciones, toma de cada tolva lo justo y elabora la infusión deseada. Y además memoriza la fórmula para que Don José solo tenga que decir: "lo mío".
ResponderEliminarDesgraciadamente, la cafetera duró poco posiblemente porque le complicaba la vida a los camareros o, como suele ocurrir, el cerebro electrónico se volvió malignamente loco y le servía un café cargado a Doña Juanita, también ubicua en el local, cuando lo que ella lo que quería es un descafeinado flojito. Luego no podía dormir y pasaba lo que pasaba.
Según me dice Ana, yo debería conocer esa historia de la cafetera del profesor Franz de Copenhague que aligeraba el trabajo a los camareros del Drexco, yo insisto en que son las primeras noticias que tengo. Lo que sí es cierto, es que ambos dudamos de su existencia.
EliminarMis padres suelen ir allí alguna noche que otra para tomar un bocadillo de atún. Debe ser muy bueno, porque mi padre es una persona muy exigente en ese aspecto.
ResponderEliminarLos bocadillos no los he probado, pero lo apunto para una próxima vez. Ahora han puesto unas pantallas en el frontispicio de la barra, con numerosos canales de televisión, que despistan a los que no sabemos hacer dos cosas a la vez.
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