Ayer, de buena mañana, nos
dirigimos con el digno objetivo de desayunar a una de las zonas más turísticas
de Murcia, la Plaza
de las Flores. Esta plaza, un verdadero imán para las carteras de los visitantes,
es de esos sitios que te cita a la mínima ocasión todo aquel que alguna vez ha
venido a Murcia, por esa extraña cualidad que tenemos los turistas de visitar
las zonas con menos encanto de las ciudades. Nosotros nos quedamos en la plaza
de al lado, la de Santa Catalina. Lo dicho de la anterior bien se podría
aplicar a esta.
Al fondo de la plaza tenemos la
parroquia de Santa Catalina, con los figurantes habituales de las puertas de las iglesias, a un lado un par de bares y al otro un Foster´s Hollywood junto al
museo Ramón Gaya, nuestro pintor local más famoso, que a fuerza de metérnoslo
por las orejas quieren hacernos creer que puede ser bueno; particularmente su pintura la considero sin
ningún interés. Pues en este lugar, además de la fauna habitual que lleva consigo los
turistas, tenemos el sitio que elegimos para desayunar, una cafetería de las
que hay muchas en todas las ciudades, estilo Café di Roma, con esa
decoración estándar llena de referencias excesivas al café y con sacos cafeteros
estratégicamente colocados. Elegimos la terraza, pero el interior también parecía agradable.
Cuando llegamos, la terraza
estaba vacía, pero se llenó rápidamente. Tardaron poco en atendernos, vino una camarera amable, que parecía novata
por la forma insegura en la que llevaba la bandeja, más propia del juego del
huevo. Sonaba de fondo el canon de Pachelbel, esa melodía horrible que en mi
mente va asociada a José Luis Garci, en una versión de caja de música que me
hizo añorar por un momento a algún gitano con el teclado portátil que pudiera
borrar de un plumazo toda cosa audible a 2kms a la redonda. Pedimos café con
leche y tostada con tomate; somos así de originales. El café estaba aceptable y
el pan comible. Las sillas bastante cómodas y las mesas con la altura adecuada.
PUNTUACIÓN:
ENTORNO 6 SERVICIO 7 CALIDAD 6 PRECIO 2,20€
Evidentemente, un turista al que le han dotado de un mapa de Murcia, acaba irremisiblemente acudiendo a la Plaza de Las Flores ya que el nombre es un reclamo. Y allí encontrará, como espera encontrar, toda la alegría de la huerta.
ResponderEliminarSe le ve claramente la carga de negatividad del autor de la publicación, pues su frustración solo le ha permitido ver aspectos irreales y pesimistas del, tal vez, ricón más típico y agradable de nuestra querida ciudad huertana. .. no hagan mucho caso, son gages de la libertad de expresión en una sociedad plural democrática dentro del Estado de derecho en que vivimos y .... siga usted disfrutando los encantos que, por mucho que le pese al autor, siguen encerrando estas hemosas plazas murcianas.
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