El día de hoy me tenía preparadas, ya al amanecer, dos modificaciones de los hábitos desayuno-alimenticios adquiridos durante el verano: no he desayunado en Murcia, sino en Elche, y no he desayunado con G, sino con P. Había previsto llevar a cabo tal tarea a las 9:30, pero P ha asegurado que de ninguna manera podría esperar hasta esa hora y que su vida corría peligro si no se alimentaba a las 8:15, de modo que me he visto obligada a modificar caritativamente mis planes adelantando la hora de desayuno en un gesto que, así lo creo, me honra. El lugar escogido ha sido un nuevo café-bar con el evocador nombre de Dríadas, que cuenta con una amplia terraza con vistas al Corte Inglés ilicitano y al que he acudido como cliente por vez primera. Debido a la temprana hora, la temperatura en el exterior era muy agradable, así que no hemos dudado en sentarnos fuera. Las sillas eran especialmente cómodas, pues el respaldo no era rígido, sino que estaba formado por un trenzado ligeramente flexible que recogía muy bien la espalda y sus posibles imperfecciones. Un camarero ha acudido presto para preguntar qué queríamos tomar. A pesar de que en la puerta del Dríadas indica que se trata de una cafetería-bollería-pastelería, ante nuestra pregunta sobre la oferta de bollería el semblante del camarero se ha ensombrecido al afirmar que sólo tenían croissants. He optado por el clásico: café con leche con sacarina, por favor, y media con tomate. En esta ocasión me he tomado la libertad de indicar "con pan recién hecho, a ser posible", pretendiendo hacer una broma con otro cartel de la fachada donde se leía que el pan del sitio tenía esa característica, broma que, lo confieso, no ha surtido efecto. Además, desde un punto de vista antropológico, no tiene sentido hacer tostadas con pan recién hecho: es un derroche de pan y una forma de vivir por encima de nuestras posibilidades. P, que no es bebedor de café, ha pedido otra media con tomate y un zumo de naranja.
Mientras los desayunos se elaboraban, he echado un vistazo al interior del local y me he topado con un mobiliario algo extravagante, dictado con toda probabilidad por la temática feérica dominante: en lugar de un tradicional San Pancracio con su moneda de 25 pesetas, en el estante que había junto a la cafetera podían verse unas figurillas de hadas o dríades o tal vez hamadríades (soy consciente de mi pedantería al afirmar que la transcripción correcta del término griego es "dríades" y no "dríadas"); bajo ese estante colgaban unas bolsas de tela de colores de cierto tamaño cuyo contenido no me ha sido revelado, pero que bien podían ser los recipientes de las distintas hierbas y raíces con las que la maga Morgana preparaba sus pócimas; justo enfrente de la barra, unas mesas se alineaban al lado de la pared con unas sillas intolerables, como puede comprobarse en la foto correspondiente; y como decoración, un cartel que P generosamente ha comparado con los de Toulouse-Lautrec.
El regreso al exterior y a la terraza me deparaba, por fortuna, un estupendo desayuno. Café bueno, sacarina sin necesidad de pedirla dos veces, tostada grande y consistente, quizá algo escasa de tomate. El zumo que ha bebido P era bastante abundante también y, al estar servido en un vaso alto, venía acompañado de una de esas cucharillas muy largas que sólo se ven en las heladerías. Teníamos bastantes cosas de que hablar, pero aún así hemos cogido el periódico para ojearlo porque estaba intacto, tan nuevo y tan poco arrugado y/o manchado que era una pena no toquetearlo un poco. No hemos pasado de las primeras páginas y lo único que recuerdo haber comentado es lo bonito que me resulta el logo de Tokio 2020. En un momento dado, nos hemos sentido llamados por nuestros quehaceres profesionales, así que hemos pedido la cuenta, que no nos ha parecido ni cara ni barata, y nos hemos marchado sin que ningún otro cliente, durante toda nuestra estancia, nos hiciera compañía en la terraza.
Actualización: Hoy miércoles he vuelto a desayunar en Dríadas, esta vez en soledad, y he sido invitada a la media con tomate porque es el "día del espectador". No puedo estar más a favor de medidas como ésta en el negocio de los desayunos. A partir de ahora, el miércoles será mi FreeToastDay.
Actualización: Hoy miércoles he vuelto a desayunar en Dríadas, esta vez en soledad, y he sido invitada a la media con tomate porque es el "día del espectador". No puedo estar más a favor de medidas como ésta en el negocio de los desayunos. A partir de ahora, el miércoles será mi FreeToastDay.
ENTORNO 5 SERVICIO 7 CALIDAD 8 PRECIO 2,10€
Efectivamente, es necedad hacer una tostada con un pan recién hecho. Tostar el pan (o hacerlo rebanadas para freírlo en baño de aceite) son dos de las maneras con que la humanidad ha conseguido aprovechar el pan sobrante y, por ende, duro. La escasa economía conseguía el milagro de servir un aceptable desayuno y el resto de pan se libraba de su destino de devenir mendrugo, solo apto para perros callejeros y famélicos.
ResponderEliminarPara mi no es un sitio de mi agrado,son muy lentas,con la cerveza no te ponen ni unas tristes olivas.....he estado varias veces y si pueden se saltan de no ponerte tapa!!....y encima tienes que revisar la cuenta que cobran ñas cosas x 2 veces....cuando nos hemos juntado varias alguna se a ido antes a pagado lo suyo y luego te lo quieren colar a ti....para mi parecer...no es nada de mi agrado...
ResponderEliminarPara mi no es un sitio de mi agrado,son muy lentas,con la cerveza no te ponen ni unas tristes olivas.....he estado varias veces y si pueden se saltan de no ponerte tapa!!....y encima tienes que revisar la cuenta que cobran ñas cosas x 2 veces....cuando nos hemos juntado varias alguna se a ido antes a pagado lo suyo y luego te lo quieren colar a ti....para mi parecer...no es nada de mi agrado...
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