¿Cuál es el único local de Murcia en el que un bocadillo antropomorfo y calzado con zapatillas recibe a los clientes con una sonrisa? Obviamente, Bocadillón. Vamos a desayunar allí con relativa frecuencia. Es de los pocos bares cercanos a la Universidad que abre los domingos por la mañana y tiene una agradable terraza que a esa hora está a la sombra. No obstante, preferimos sentarnos en el interior porque nos resulta más agradable el frescor artificial del aire acondicionado y tiene grandes cristaleras que permiten ver sin problemas lo que acontece en la rúa. Esta mañana no había casi paseantes, parecía un domingo de agosto más. Sin embargo, la terraza de Bocadillón estaba llena de jóvenes, probablemente estudiantes que han acudido a las salas de estudio de la Uni ante la llegada inminente de los exámenes. A través de las cristaleras pude ver a dos chicas con sandalias étnicas que hablaban muy rápido entre sí, y a un grupo de chicos equipados con mochilas, de los cuales uno tenía un aire angustiado y otro se parecía al asesino de The Fall.
El local es muy luminoso y alberga un habitáculo, también acristalado, en cuyo interior los clientes podemos ver a un cocinero que se afana en preparar lo que prepare. Sobre la barra hay unos divertidos murales llenos de dibujos donde se indica el nombre de los diversos bocadillos que se ofertan y más bocadillos antropomorfos intercambian chistes entre sí.
Escogimos una mesa junto a la pared acristalada y yo me senté en el peor sitio posible, pues a los cinco minutos me estaba dando el sol en la cara. Como ya sabemos que aquí suele haber prensa del día, G hace una breve expedición por las mesas y la barra para hacerse con algún periódico. Vuelve con un botín no despreciable: un Mujerhoy de ayer para mí y otro de la semana pasada para él. El camarero viene rápidamente. Pedimos lo de siempre: café con leche (con sacarina, por favor) y media con tomate. Normalmente, soy yo la que detalla lo que quiero para desayunar y G se limita a decir "lo mismo para mí". Considero que es un error, y así se lo he hecho notar esta mañana, pues mi experiencia me ha enseñado que los camareros sólo traen sacarina a aquella persona que lo pide explícitamente. Esta misma mañana hemos podido comprobarlo: sacarina para mí, aunque entregada in extremis, apenas una milésima de segundo antes de que se lo recordara; azúcar para G. Este desayuno recibe en Bocadillón el nombre de Desayuno Express, e incluye, además del café y la tostada, un trocito de bizcocho, que nos comimos antes de hacer la foto, y un chupito de zumo de naranja. Lo cierto es que aún no sé si estos dos mini-complementos me gustan o no, aunque creo que la balanza se inclina más hacia el no. La tostada, de pan no muy bueno, es bastante grande. En una ocasión pedí una tostada entera y tuve dificultades para acabarla. La aceitera estaba muy limpia y tenía ese sistema anti-goteo del que me declaro fan.
La lectura de Mujerhoy no me aportó gran cosa, así que la dejé de lado y ojeé el menú, que aquí siempre me resulta entretenido. Todos los bocadillos se ofertan en tres tamaños, indicados en centímetros, y tengo la impresión de que las ensaladas serán maxi-ensaladas, como la que George le compró a Elaine, pero aún no he tenido ocasión de comprobarlo. Cada vez que venimos a desayunar, nos hacemos el firme propósito de volver algún día a otra hora, pero en cuanto pagamos y salimos por la puerta, lo olvidamos por completo.
PUNTUACIÓN:
ENTORNO 6 SERVICIO 7 CALIDAD 6 PRECIO 1,70€
El sistema antigoteo de la aceitera habría merecido al menos un 6,5 en "calidad", creo. Sois los Anna Tarrés de los desayunos. No obstante, os sigo. Si, como en aquella saga, os atrevéis a salir de la comarca, os dejo dos recomendaciones en Cartagena: "el viejo almacén" y "el hombre tranquilo". El Pani ya lo habéis probado pero su tostada bañada en aceite y su ambiente boho-chic bien merecería una entrada sangrante.
ResponderEliminar